El cambio climático es una realidad y no una tendencia más
EL CAMBIO CLIMÁTICO ES UNA REALIDAD, ¿POR QUÉ LO TRATAS COMO UNA TENDENCIA MÁS?
La semana pasada, dando respuesta a las preguntas de unos niños, el alcalde de Madrid dijo que si tuviera que elegir y pudiera donar a una causa, destinaría sus esfuerzos a salvar la iglesia de Notre Dame y no el Amazonas. Argumentó que “El Amazonas es el pulmón del mundo, pero Notre Dame es símbolo de Europa y nosotros vivimos en Europa”. Pareciera chiste pero no; lo dijo. Y la cara de incredulidad de los niños que hicieron la pregunta nos representa a muchos.
Parece que los políticos e instituciones han perdido totalmente la sensibilidad con lo que realmente importa a la mayoría: la idea de futuro. Nos siguen tratando de convencer de que su postura es mejor, que debemos elegirlos a ellos porque son dueños de la verdad, y cacarean a los cuatro vientos que están asumiendo sus responsabilidades esperando que el otro reconozca lo bien que lo hacen, cuando solo dan el mínimo para cuidar su imagen, un mínimo que no es ni remotamente suficiente para solucionar el problema que tenemos hoy entre manos. Lo más impactante de todo es que en el fondo están esperando que el cambio climático sea solo una moda, algo que pase, efímero, un contenido que dentro de poco quede en segundo plano delegando en otro tema más moderno y espectacular.
Se ha hablado mucho de las pequeñas acciones que todos hacemos en pro del medio ambiente, pero parecieran tendencias pasajeras cuando son todo menos eso. Que si las bolsas de plástico, que si los popotes o pajitas, que si los globos en las fiestas. Y nos vemos invadidos por estos consumos en el día a día, y nos sentimos rodeados, y tratamos de hacerlo lo mejor que podemos. Nos preguntamos si hará una diferencia. Nos preguntamos sobre todo, si no es en realidad un tema de políticas públicas, de legislación, de empresarios responsables. Nos enojamos porque sabemos que no basta con dejar de usar esas pequeñas cosas. Pareciera casi como rezar.
Y llegan niñas suecas de 16 que nos dan esperanza, o niñas de 17 años que hace tours globales 100% ecológicos. Y llegan mandatarios de escaso pelo y piel naranja que nos hacen enojar porque ni siquiera la escuchan. Pero todo esto parecen ser anécdotas en medio de lo que realmente importa: nuestro planeta se está calentando, ecosistemas enteros están colapsando. Y aunque nuestras intenciones como ciudadanos sean buenas, válidas, y debemos seguir cambiando hábitos, reducir el consumo de energía y manejar mejor los residuos; no es fundamentalmente nuestra tarea. Es en realidad un problema de corresponsabilidad tan grave y trascendental que nos excede y debe estar en manos de los más poderosos e influyentes: sí, por supuesto, los gobiernos, pero también la iniciativa privada. Detrás de las marcas hay empresas poderosísimas que hoy tienen iguales o más facultades de cambio que lo que otrora era la iglesia o el gobierno.
Ya también hemos hablado de que las personas confían más en los empresarios que en los gobernantes; hay datos que nos dicen que la gente (sobre todo las generaciones más jóvenes) está esperando mayor responsabilidad social de parte de las marcas, pero eso seguro ya lo saben. Lo que queremos es hacer énfasis en que no es un tema pasajero. No es opcional, no es para vender más, no es para mejorar tu imagen de marca y probablemente tengas que sacrificar dinero y hacer esfuerzos para encontrar nuevas alternativas de empleo y producción. Es simple y sencillamente algo fundamental; tal vez el mundo no vaya a desaparecer pero va a experimentar tal transformación que quizá lleguemos a no poder respirar, a no poder exponernos al sol, a no poder vivir sin el oxígeno de un espacio cerrado. Todos vamos a tener que sacrificar algo de la vida y los negocios tal como los conocemos…
El círculo de la RE (reciclar, reparar, reutilizar…) no es ni será suficiente. No solo hay que poner algunos de los 17 Sustainable Goals de Naciones Unidas en las paredes de la compañía, sino desarrollar planes reales, con deadlines reales para lograrlos. Es momento de repensar la producción y eliminar; aún sabiendo que tendrá altos costos, habrá que ajustar algunas normas sociales y tener nuevas alternativas de ingresos. Y es que, no basta con consumir segunda mano, es no comprar tanta ropa. No es no usar plástico y sustituirlo por el papel, es no utilizar recipientes de un solo uso. No seremos nunca congruentes al 100% pero sería maravilloso que todos lográramos serlo al menos al 50%.
Por eso, pedimos a las marcas que piensen lo que los políticos no alcanzan a ver, que tomen la postura rebelde que solo algunos actos de desobediencia civil (organizaciones como Extinction Rebellion) están llevando a la acción; que renuncien a parte de su beneficio individual por un beneficio real para todos. Hay muchas que llevan mucho tiempo haciéndolo y de verdad, las necesitamos. Pero en muchas otras, a día de hoy, vemos sobre todo esfuerzos que repercuten en la imagen, no en la realidad. Por eso, es necesario sumarnos a este movimiento, porque es lo único que asegurará nuestro modo de vida. Cada una de nuestras compañías debería preguntarse ¿qué voy a poner en marcha, a qué le voy a apostar, a algo realmente responsable? ¿O a algo que provocará caras de incredulidad como la de los niños que hablaron con el alcalde de Madrid? En fin, #actnow